Una de las cosas que le suele hacerse cuando entras a trabajar a Casa Rosada es realizar la visita guiada, cosa que yo no había realizado. La visita nos la dio la genia de Valeria.

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Recorrimos algunos de los lugares en los cuales, por curiosidad personal, ya me había podido meter y algunos donde no había tenido el privilegio de hacerlo. Privilegio es la palabra exacta que describe todo esto.

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Acá lo tenemos a Juan en el Salón de los Bustos.

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Mis pies están parados sobre el las baldosas que escuchar decir frases como:

  • “…Decía que a través de estos veintiún años, las organizaciones sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que durante veinte años lucharon…”
  • “La Casa están orden. Felices pascuas.”
  • “Si quieren venir, que venga. Les presentaremos batalla.”

Es el del Papá Juan Pablo II cuando vino por el conflicto de Malvinas. El de Diego Maradona levantando la copa cuando Argentina ganó el Mundial ‘86.

La vista.

Surreal, impensado, místico. Esas son algunas de las palabras que rebotan en mi cabeza cada vez que pongo en contexto donde entro a trabajar todos los días.

18/03/2016

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