Esas frases que siempre te dicen tus viejos desde chico y que uno las adquiere sin saber muy bien ni cuándo ni dónde las va a emplear y ahí, sin estar buscando nada, te das cuenta que la frase te toca la puerta, te pega un cachetazo de revés y se va, como ahora, en este preciso momento, viéndola a mi vieja con el brazo por sobre su cabeza; acción que tengo adquirida hace años y que mi tío (el hermano de ella) también tenía. ¿Por qué lo hacemos? ¿Cuál es el fin? No lo sé, simplemente sé que es algo que hago desde siempre, de manera completamente inconsciente. ¿Será una marca de los Rotger? Tampoco lo sé, pero lo que sí sé es que el que hereda, no hurta.

05/02/2016

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