Último tramo del viaje. Los 2 días en Goa serán para no hacer nada (mentira, me genera un culpa tremenda venir a la playa y no recorrer, así que me levanto temprano, desayuno y hago un camino alternativo (!) y más largo, sólo para sentir que no estoy perdiendo el tiempo)
En el camino me encuentro con esta señal de tránsito que me arranca una carcajada tan irónica, porque, si hay algo que sucede en toda India es el uso desmedido de la bocina y cuando digo desmedido es literal. Te sorprende cuando un conductor (muy pocos) no la usan.
Al llegar a la playa, la sensación de tranquilidad es inmediata. Playas muy anchas, poca gente, nada de ruido, agua caliente y transparente y arena amarilla. Hermoso todo.
Recorro un poco hasta que decido anclar en uno de los paradores. Se acerca uno de los chicos que atiende y me pregunta si quiero algo para tomar. La velocidad con la que digo la palabra “beer” me sorprende hasta a mi mismo, le digo también que quiero algo para comer…me pregunta si quería que sea picante, le digo que sí y se va. A los 3 minutos aparece con una budweiser y a los 20 con este plato que no tengo ni idea que es pero que estaba riquísimamente picante.
La cantidad de cuervos y perros que hay me sorprende un poco y con el nivel de alcohol en sangre que tengo, acariciarlos me parece un plan maravilloso.
Al ver que no tengo nada para comer deciden irse de la misma manera en que llegaron.
A eso de las 18:00 emprendo viaje al hotel (unos 20′ caminando) y al regresar, me acuerdo que no conocía la pileta…
…y nada me pareció mejor idea que estar un rato más en el agua y quedarme dormido en la reposera.
Hermosa manera de terminar el día.
17/05/2017